Vivir es un tesoro sin igual. En este aspecto, la filosofía estoica busca hacernos abrir los ojos respecto a un hecho fundamental de nuestra existencia. El mismo es la absoluta seguridad de que vamos a morir, representado a través de la locución latina memento mori, es decir, ‘recuerda que vas a morir’.
Los estoicos creían que no ser conscientes de nuestra propia finitud no es beneficioso para la vida. Más aún, puede ser perjudicial. Y esto se debe a que nos lleva a realizar actos desesperados para evitar a como dé lugar este hecho inevitable. Exploraremos el significado del memento mori, así como también su relación con el estoicismo.
«Ningún mal es honorable, pero la muerte es honorable; por lo tanto, la muerte no es mala».
¿A qué llamamos memento mori?
Memento mori es una locución latina que se traduce como ‘recuerda que morirás’. Su origen se remonta a los enfrentamientos bélicos. Se cuenta que esta frase era pronunciada en el medio de la batalla para recordarles a los militares que nadie está exento de morir. Es un hecho que somos seres finitos y, por tanto, mortales.
De esta manera, memento mori nos recuerda la fugacidad de la vida. Así, los latinos consideraban que tener presente a la muerte nos demuestra el poco control sobre nuestra vida. Por otro lado, este dicho representaba un incentivo para aprovechar el momento presente y vivir la vida.
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Explorando la filosofía estoica
La filosofía estoica tiene una visión muy particular sobre la muerte, pues considera que ella no incide en la felicidad humana. Según los estoicos, lo único que necesitamos para ser felices es la virtud. Esta se consideraba como un bien supremo e indispensable para llevar una buena vida.
En este sentido, el estoicismo encuentra a las virtudes como el único factor que incide en la felicidad humana. En principio, aquellas asociadas a la sabiduría, la prudencia, la justicia y la valentía. Fuera de ellas, no importa nada más para ser felices.
El supuesto que se encuentra detrás de esto es que solo tenemos control sobre nuestras propias acciones y pensamientos. Con todo, la felicidad depende de nosotros mismos y de las decisiones que tomemos. La elección más preferible es comportarnos de manera virtuosa, ya que es el camino para vivir de manera completa.
Por tanto, los estoicos consideran a la muerte como algo exterior al individuo y sus capacidades deliberativas. Esto significa que escapa de nuestro control, de manera que este hecho humano fundamental no es ni bueno ni malo.
Los estoicos y la muerte
El filósofo estoico Epicteto sostiene que el miedo a la muerte proviene de una representación equivocada de la realidad. Considera que este temor irracional por el fin de la vida es producto de opiniones personales que nos hacemos sobre distintos sucesos.
De este modo, Epicteto culpa al propio individuo sobre estas emociones incorrectas, ya que provienen de nosotros mismos y de nadie más. Si creemos que la muerte es terrible, sufriremos y padeceremos cada vez que pensamos en ella. Así, generamos sentimientos erróneos sobre algo que en sí mismo no es ni bueno ni malo, simplemente es.
«No puedo escapar de la muerte, pero al menos puedo escapar del miedo a ella».
Esta interpretación sobre la muerte nos lleva a concebirla como un suceso normal y natural de la existencia. Todo ser humano nace, se desarrolla y muere. Es un hecho ineludible y del cual no podemos escapar. Cuanto antes lo aceptemos podremos aspirar a llevar una vida virtuosa y feliz, de acuerdo con la filosofía estoica.
Sobre los sentimientos correctos e incorrectos
Si la muerte es un hecho inevitable que escapa de nuestro control, ¿por qué sufrimos por algo que aún no llega a tocar la puerta de la vida? Es aquí donde el estoicismo y el memento mori se relacionan, pero para explicarlo es necesario comprender cómo consideraron estos filósofos los sentimientos.
Al respecto, un artículo publicado por la Revista del Instituto de Filosofía acota que, en la filosofía estoica, hay dos tipos de sensaciones. Por un lado, tenemos los sentimientos incorrectos; por otro, los correctos. Los primeros están asociados con las pasiones que escapan a todo orden racional. Los estoicos incluían como parte de ellos el deseo, el temor y el placer.
En cambio, los sentimientos correctos se caracterizan por ser mesurados. Y estos son los preferibles para el estoicismo. No obstante, sean las sensaciones correctas o incorrectas, es importante resaltar que resultan de un proceso mental. El problema está en cómo los individuos interpretamos las representaciones mentales.
Sentimientos correctos hacia la muerte
Los estoicos consideran que los sentimientos mesurados son preferibles a la hora de interpretar la muerte. En este aspecto, suelen remarcar dos de ellos: la voluntad y la precaución.
La voluntad es una cierta predisposición del alma que nos hace actuar de manera sensata ante las adversidades que presenta la vida. En este sentido, si nos encontramos con la muerte cara a cara, haremos todo lo posible para alejarla, pero desde un lugar consciente y racional.
Por su parte, la precaución genera en nosotros una actitud de cuidado controlado. Es decir, nos impide caer en sentimientos incorrectos tales como el fatalismo, el odio y la desesperación. Sabremos, al final del día, que tomamos todos los recaudos posibles para cuidar nuestra integridad.
Sentimientos incorrectos ante la muerte
El deseo y el pavor son dos emociones que la filosofía estoica considera como incorrectos. Ahora bien, ¿cuál es su relación con la muerte? El deseo interpreta a esta como un verdadero mal, provocando así sentimientos de dolor y turbación.
Partiendo de allí, la eminente llegada de la muerte puede generar en nosotros el afán de librarnos de ella. Pero cuanto más queremos alejarnos de ella, más sufriremos, llegando hasta tomar malas decisiones y acciones que nos alejan de la virtud estoica.
Por su parte, el pavor es un miedo excesivo que nos conduce a actuar de manera viciosa. Tal como el sentimiento de deseo, el miedo es una sensación irracional.
Séneca y el memento mori
Séneca sostiene que la vida es un entramado de tiempos conectados entre sí. Todos ellos nos llevan hacia el único fin seguro que tenemos: la muerte. Sin embargo, es importante cómo hacemos uso de nuestro tiempo vivido.
«La muerte no es un mal. ¿Qué es entonces? La única ley que tiene está libre de toda discriminación».
Así, de nada sirve vivir esclavizados al presente si no somos conscientes de nuestra propia finitud. Esto puede ocasionar que desperdiciemos nuestra vida viviendo de manera inauténtica. Lo mismo ocurre si nos olvidamos del ahora y vivimos solo del recuerdo.
De acuerdo con esto, Séneca nos recuerda que se vive durante un corto período y, por tanto, debemos ocuparnos de la vida mientras la vivimos. Temerle a la muerte es un sin sentido porque en el momento presente no existe. En este filósofo estoico el memento mori nos sirve para aprovechar nuestro ahora al máximo, ya que es breve y la nada nos pisa los talones en cada instante.
Marco Aurelio y el memento mori político
Marco Aurelio es considerado como uno de los emperadores más importantes que tuvo Roma. Estuvo fuertemente influenciado por la filosofía estoica e incluso desarrolló su propia visión del mundo que intentó llevar a la práctica en su gobierno.
«Deja lo que estés haciendo por un momento y pregúntate: ¿Tengo miedo a la muerte porque ya no podré hacer esto?».
En este sentido, Marco Aurelio argumenta que la muerte es un momento más en la vida del ser humano. Por lo tanto, no tiene sentido rebelarnos o contrariarnos con ella, es preferible aprovechar el momento presente.
Su concepción estoica sobre la muerte era útil para su política, ya que erradicando el miedo a la muerte y teniendo en mente el memento mori generó soldados valientes que cumplieran con su deber, aun si ello significaba poner en peligro su propia vida.
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La importancia de recordar que moriremos
Desde una perspectiva estoica, el miedo a la muerte es irracional. Es interesante recordarnos este aspecto de nuestra vida o el fin de ella para ser más exactos. Así podremos hacer una suerte de introspección y evaluar si vivimos lo que en realidad queremos vivir.
Tal vez en este proceso nos ayude cuestionarnos a nosotros mismos lo siguiente: si supiera que hoy termina mi vida, ¿estaría satisfecho con la que disfruté hasta este momento? La respuesta que demos debería ser un recordatorio de que no contamos con un tiempo infinito en la tierra.
Así, la locución memento mori invita a sacarle todo el provecho posible a nuestra existencia. Y no solo eso, sino también llevar una vida bien vivida; esto es, apegados a los buenos valores y virtudes. No hay mayor satisfacción que comportarnos de la mejor manera posible es un mundo tan caótico.
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